Prólogo Revisitando los Sesenta

Se podría decir que no soy un fotógrafo. Apenas un ladrón de recuerdos. Papá me regaló mi primera cámara, una Zeiss Icon con fuelle. A él le gustaba mucho sacar fotos. Años más tarde tuve mi Leica F3, aquella del lente retráctil que usaron los espías y algunos reporteros de guerra como el gran Robert Capa. Cuando fui al África compré una Hasselblad con un tele corto para retratos. Aún tengo las tres. Luego llegaron las digitales, tan eficaces por cierto.

Amo, miro y leo a Richard Avedon y a Jacques Henri Lartigue. Dos poetas de la luz. También a Henri Cartier Bresson e Irving Penn. “Todo aquello que el retratado hace frente a la cámara, también forma parte del retrato”, dijo Avedon. Estuve una tarde inolvidable con Borges en la Biblioteca Nacional. Un regalo que me trajo la vida. Viajé con Roldofo Walsh a Chile y visité a Orson Welles en su casa de Madrid. Orson me llevó a la Plaza de toros y me dijo -muy al pasar- “jamás pidas permiso. Jamás.” Después del naufragio, me llevaré a la isla desierta al Ciudadano Kane con el iluminador Gregg Toland,un genio innovador. Y todo cambió desde entonces. También estuve con el Mono Villegas en casa de mis amigos Felisa Pinto y Rubén Barbieri. Con Arturo Frondizi, Leguisamo, Jorge Alvarez y el -por entonces pequeño- Dominic Miller, guitarrista de Sting. Paco Urondo, Manucho Lainez y muchos más.

Tomé fotos de los monstruos escultóricos en el parque Bomarzo de Viterbo, en Salvador Bahia, la obra de Gaudí en Barcelona, en la Gran Muralla China y en Costa de Marfil.

Hago fotos por impulso. A veces me salen bastante bien. Otras -muchas- no. Con aquella Leica hice las mejores -creo- de Caras y Caritas en el 1966. Hago diseño hace más de medio siglo pero Revisitando los Sesenta son y han sido mi libertad.

Gracias a todos los que me prestaron su cara.
Ronald 2012